Aquellos que intentan responder a este interrogante y llegar a una respuesta que se asemeje a la realidad, tratando de entender lo que piensan y sienten las personas que por decisión propia conviven y trabajan durante un año en un lugar del planeta tan especial y particular como lo es el Continente Antártico, seguramente no siempre encontrarán la respuesta acertada.
En mi estadía en la Base Marambio durante la Campaña 2012/2013 e incluso luego de haber regresado al seno de la vida y el trabajo habitual y cotidiano, era común que en las distintas charlas realizadas con miembros de mi familia, con amigos, con gente interesada en conocer sobre mi experiencia y sobre la Antártida, con periodistas que habitualmente se comunicaban conmigo para realizar una nota sobre algún tema relacionado con el quehacer antártico, era común que surgieran dos preguntas, una si volvería a realizar la experiencia antártica y otra sobre qué fue lo más difícil que me tocó vivir durante el año en Marambio.
La respuesta a la primer pregunta era muy fácil de formular y siempre le manifestaba a los interlocutores que si esta experiencia se hubiese dado en un momento de mi vida profesional dentro de la Fuerza Aérea con menos años y una jerarquía menor, seguramente habría hecho todo lo necesario para volver, pero como ya estaba transitando el último tiempo de mi derrotero como Oficial Superior en actividad, esa posibilidad ya no era una opción a la que podía aspirar.
La respuesta a la primer pregunta era muy fácil de formular y siempre le manifestaba a los interlocutores que si esta experiencia se hubiese dado en un momento de mi vida profesional dentro de la Fuerza Aérea con menos años y una jerarquía menor, seguramente habría hecho todo lo necesario para volver, pero como ya estaba transitando el último tiempo de mi derrotero como Oficial Superior en actividad, esa posibilidad ya no era una opción a la que podía aspirar.
En cuando a la segunda pregunta la respuesta resultaba ser bastante más compleja y estaba fundada en cuestiones relacionadas con los desafíos que conlleva el estar viviendo y trabajando en las condiciones que demanda una campaña antártica, que son muchos y tomaré aquellos que considero han afectado con distinto grado de importancia a la mayoría de los integrantes de la Dotación 44.
El ambiente geográfico: en este rubro incluyo a todo aquello que involucra el ambiente geográfico y que interactúa con el ser humano, fundamentalmente el clima hostil y las variaciones estacionales en cuanto a la relación de horas de luz solar versus horas sin luz solar. El clima riguroso y hostil exige la adopción de permanentes acciones orientadas al cuidado del cuerpo para prevenir congelamiento de las partes expuestas y de las extremidades - que son las zonas más vulnerables al intenso frío -; protección de la piel y los ojos para evitar quemaduras provocadas por la radiación solar en los meses de primavera y verano y la lucha permanente que se plantea contra ese habitante invisible de esta geografía que estaba presente casi siempre: el fuerte viento.
En cuanto a la variación estacional de las horas de luz, se dan los dos fenómenos opuestos, uno en el verano cuando la claridad se mantuvo por casi las 24 horas en los meses de diciembre y enero, que fueron disminuyendo paulatinamente conforme llegaba el otoño, teniendo su pico de horas sin luz que llegaron a ser solamente 4 en los meses de junio y julio.
Estos dos grandes factores (principalmente el de la reducción de horas de luz) impactaban en todo el quehacer de la Base llegando a condicionar aspectos operativos y logísticos, pero también cambiaban el ánimo y el humor de los convivientes que se percibía en sus semblantes y en sus formas de comportarse.
Equipo técnico integrado por personal de la Dotación 44 y grupo de trabajo reparando un cable de alimentación eléctrica |
Todo personal libre en la Base colaborando con la limpieza de la plataforma contigua a la pista |
Normalmente son muchas cosas las que suceden durante un año de vida, algunas buenas y otras malas, y uno se da cuenta de ello y se potencian cuando no las puede compartir vivencialmente. Situaciones como la enfermedad de un hijo, la pérdida física de un familiar cercano y querido, algún contratiempo serio en el quehacer diario de la familia que deba ser resuelto sin nuestra presencia son algunos de los ejemplos de cuestiones que pueden derivar en una crisis impensada y no deseada.
Es por ello que la fortaleza espiritual que brinda el apoyo y el amor de los afectos es fundamental e insustituible.
Es por ello que la fortaleza espiritual que brinda el apoyo y el amor de los afectos es fundamental e insustituible.
Compartiendo uno de los momentos de conferencias sobre cultura antártica |
Bautismo antártico de un nuevo comandante del Twin Otter por parte de los tripulantes e integrantes de la Dotación 44 |
La convivencia y las relaciones interpersonales se encontraban afectadas por diversos factores, como lo fueron la conformación de un grupo de personas muy heterogéneas en cuanto a edad (entre 23 y 55 años), especialidades, origen geográfico (de varias provincias), nivel cultural (desde nivel secundario hasta universitarios), organismos y dependencias de la Fuerza Aérea, etc. A la mayoría de los integrantes de la dotación no nos unía un conocimiento recíproco anterior ni habíamos compartido un mismo destino dentro de la institución, pero sí nos igualaba la decisión y el deseo de prestar servicio en la Base Marambio.
Asimismo las motivaciones personales que nos impulsaba a cada uno a enfrentar ese desafío eran de los más variadas, estaban aquellos que lo realizaban para cumplir un sueño y vivir una experiencia nueva, estaban los que veían esta opción como una oportunidad para ahorrar un monto determinado de dinero que le permitiera cumplir un objetivo material o saldar alguna deuda contraída, otros para alejarse un tiempo de la rutina de su trabajo y unos pocos respondiendo a un llamado de algún superior pidiéndole que se sumara a la dotación a falta de personal calificado en algún área o especialidad determinada.
Un elemento que en muchos momentos de la campaña atentó contra el desarrollo armónico de las relaciones entre los habitantes de la Base, fueron aquellos en los que circulaba un número importante de personas que llegaban por períodos de tiempo cortos (entre 20 y 30 días) que no lograban integrarse a la dinámica de funcionamiento imperante en la comunidad de la Base, generando malestar en algunos de los miembros de la Dotación por su falta de solidaridad y colaboración para con cierto tipo de actividades, como por ejemplo el respeto de los horarios de descanso, el mantenimiento de la limpieza e higiene de las instalaciones y el cuidado del mobiliario de los espacios de uso común.
Todos estos factores que a priori pueden ser considerados como negativos para lograr una sana y armónica convivencia, con el correr de las semanas y los meses, se fueron convirtiendo en factores que, a medida que los íbamos superando, nos ayudaron a fortalecernos como individuos y como grupo, a conocernos cada vez más entre nosotros, a respetarnos en las diferencias intrínsecas de cada uno, a potenciar lo bueno de la persona y minimizar aquellas cosas negativas, a interpretar los silencios y festejar las ocurrencias, a disfrutar los momentos de alegría y acompañar los momentos de tristeza.
Integrantes de la Dotación 44 compartiendo la mesa en uno de los festejos realizados en la Base |
El autor de la nota compartiendo un juego en uno de los festejos |
La experiencia de aquellos que teníamos más años vividos, es decir quien escribe junto al Oficial Coordinador y los Suboficiales Encargados de los distintos Servicios, no dejábamos en ningún momento de dialogar cuando se presentaban inconvenientes con el fin de encontrar la mejor solución a la situación que se presentaba. Y con este proceder logramos llegar al final con un saldo sumamente positivo desde todo punto de vista y con la consolidación de un grupo humano que se parecía mucho más a una gran familia que a ese grupo heterogéneo del inicio de la campaña.
Autor: Com (R) Horacio Carlos Alassia
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