martes, 8 de diciembre de 2015

Una cuestión de Fe

La inmensa mayoría de los hombres y mujeres que habitan nuestro planeta tiene fuertemente arraigado el sentimiento de creencia en la existencia de un ser superior creador de la vida, fuente y origen de todas las cosas, guía que nos marca el camino que debemos seguir en nuestras acciones que nos depositarán en su encuentro final después de nuestro paso por la vida. Esa creencia se materializa en la figura de un Dios en el que depositamos nuestra fe, que nos permite cultivar el alma y nos ayuda en el esfuerzo de ser mejores hijos suyos en este diario transitar por nuestras realidades.

Cuando nos encontramos en dificultades ante distintas situaciones personales, familiares, laborales o físicas, es natural el acudir a toda ayuda posible para poder sobrellevar y superar esas dificultades, y una de ellas es pedir el auxilio de nuestro Dios. También, acudimos a El, para expresar nuestro agradecimiento ante la vivencia de momentos de alegría, de obtención de algún logro o de algo bueno que nos sucedió. El año vivido en la Base Marambio, transcurre en un ambiente y en condiciones totalmente distintas a las que estábamos acostumbrados a vivir, alejados de las familias, los seres queridos, los amigos, los grupos sociales que habitualmente frecuentábamos, el barrio donde vivimos, los vecinos, el ámbito laboral o el cambio de rutinas básicas como el concurrir a un espectáculo o realizar un determinado paseo. Todo estos aspectos mencionados y muchos otros más cambian sustancialmente viviendo y trabajando en un lugar tan especial como Marambio, pero hay un aspecto que no cambia por más que muchas cosas cambien, y ese, que es esencial para la vida y el alma del ser humano, es la relación que el hombre tiene con su fe y con su Dios.

La Base Marambio cuenta con su lugar especialmente dedicado para la oración, y este lugar es la capilla, que tiene una construcción muy acogedora realizada hace más de 20 años, revestida totalmente en madera, dedicada a la advocación de Nuestra Señora la Virgen de Luján, Patrona de los argentinos.   

Altar de la Capilla Nuestra Señora de Luján

Vitraux en las ventanas laterales de la Capilla

Bancos y sector posterior de la Capilla
Pero la Dotación 44 no contaba dentro de sus integrantes con la presencia de un Sacerdote que nos brindara la asistencia espiritual permanente, no obstante ello, tuvimos la posibilidad de contar, durante la Campaña Antártica de Verano, con la presencia de 3 sacerdotes que nos brindaron su acompañamiento y asistencia los pocos días que estuvieron conviviendo con nosotros, como lo fueron el Padre Gabriel Muñoz (durante la primer semana de noviembre de 2012), el Padre Marcelo López (durante 9 días entre fines de diciembre de 2012 y primeros días de enero de 2013) y el Padre Bernardo Contegrand (20 días entre marzo y abril de 2013).

Padre Gabriel Munoz junto al Jefe de Base en su oficina

Padre Marcelo López durante una Celebración 

Padre Bernado Contegrand junto al Jefe de Base en Vuelo a la Base Esperanza

El Padre Gabriel nos ofició la primer misa en nuestra Campaña el día 02 de noviembre, pero además tenía una misión apostólica muy importante que llevar adelante, como era la de administrar la impartición de sacramentos a los habitantes de la Base Antártica Esperanza, para lo cual fue trasladado en nuestro Twin Otter donde permaneció dos días.

El Padre Marcelo compartió con nosotros las festividades de fin de año y, por iniciativa suya, decidimos realizar la Consagración de la Base a la Virgen de Luján, en una emotiva celebración realizada el día 03 de enero de 2013 ante la presencia de los habitantes de la Base (Dotación 44, Escuadrilla antártica de vuelo, DNA, Grupo de Trabajo y Servicio Meteorológico Nacional). 

Padre Marcelo López durante la Consagración de la Base a la Virgen de Luján

Personal de la Base durante la celebración de Consagración


Cuadro con la Oración de Consagración junto a la imagen de la Virgen de Luján en la Capilla

El Padre Bernardo vino por el término de una semana pero estuvo con nosotros casi 20 días debido a no contar con vuelos de Hércules C - 130 que lo pudiera regresar, compartiendo con nosotros la Semana Santa. Asimismo, aprovechando su presencia, lo trasladamos a la Base Esperanza para que brinde su asistencia espiritual a su personal.

Por lo tanto, la mayor cantidad de tiempo durante la Campaña estuvimos sin la presencia de algún sacerdote, pero ello no se convirtió en un obstáculo para aquellos que profesamos la fe católica, debido a que nos reuníamos todos los domingos a realizar la Celebración de la Palabra en la Capilla, repartiéndonos las tareas de preparación que demandaba la celebración, logrando conformar un grupo que nos apoyábamos unos a otros para no dejar de lado este aspecto tan importante para el alma.

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