martes, 9 de febrero de 2016

Sobrevolando la Antártida y recorriendo la Isla Marambio

Gracias a la oportunidad que me dio la vida de poder vivir y trabajar una año en el Continente Antártico, me propuse aprovechar esa oportunidades para conocer lo más posible la geografía de la Isla Marambio, su entorno y aquellos lugares a los cuales podía acceder a bordo de los medios aéreos con que contó la Base durante la Campaña 2012/2013. Como ya lo habrán leído en mis anteriores publicaciones, esos medios aéreos fueron el avión Twin Otter que operó durante todo el año con nosotros y los helicópteros Bell 212 que fueron desplegados a la Base para cumplir con las obligaciones derivadas de la actividad científica y de apoyo logístico desarrollada durante la Campaña Antártica de Verano.

Para conocer la Isla se debían programar las salidas en aquellos días en que las actividades de la Base lo permitían, debido a que dichas caminatas demandaban como mínimo 3 horas, y se debían realizar siempre y cuando la meteorología sea óptima para la actividad al aire libre, es decir sin fenómenos meteorológicos de consideración en el momento de iniciar la actividad y durante todo el tiempo que durara la misma. Cuando la salida tenía como destino bajar de la meseta, se debía realizar por grupos de por los menos 3 personas, dar aviso al turno de comunicaciones con información de quiénes eran los integrantes del grupo, la hora de salida y la hora prevista de llegada a las instalaciones de la Base.

Dicho esto, la caminata más extensa que realicé fue la visita a la pingüinera, travesía que les compartí en la publicación del día 18/12/2015. La extensión de la meseta, que tiene aproximadamente 3 km de largo por 2 km. de ancho la recorrí en varias oportunidades, tanto en verano como en invierno, debido fundamentalmente a la necesidad de corroborar el estado de la pista bajo distintas circunstancias, como por ejemplo luego de las nevadas, cuando subía repentinamente la temperatura que producía el descongelamiento del hielo y la nieve acumulada en sus márgenes con riesgo de inundarla, verificar la presencia de piedras que afectaran la operación segura de las aeronaves, etc. Estas caminatas hasta el borde de la meseta me colocaban sobre el balcón natural que ofrece al visitante una vista privilegiada del mar de Wedell, sus aguas congeladas o semicongeladas salpicadas de témpanos, las islas adyacentes que recortan el horizonte, los distintos matices que reflejan en el mar tanto el sol como la luna en los distintos momentos del día, la presencia de algún que otro "mar de nubes" (1), etc.


Paleta de colores que nos regalaban los amaneceres


Salida de la luna al este mientras sobre el oeste se ponía el sol

Atardecer con la Isla Corkburm oficiando de vigía

Mar de Wedell semicongelado con témpanos y trozos de hielo a la deriva

Mar de Wedell completamente congelado

Mar de nubes que se forma en torno a la Isla Marambio e impide ver el mar

Importante formación de témpanos que llegaba a tener casi 15 Km. de largo por 3 Km. de ancho
Los paseos realizados descendiendo de la meseta hacia el mar, demandaban un esfuerzo físico importante con motivo de las pronunciadas pendientes que se debían sortear, tanto para el descenso como para el ascenso. Asimismo era recomendable llevar agua para la hidratación y alimentos que mantengan el nivel de calorías corporales consumidas tanto por el esfuerzo como por la exposición al frío. Otros elementos que era conveniente llevar, era ropa de recambio como medias y remeras, debido a que las mismas se podían mojar y si ello ocurría, se debían cambiar por otra.

Además de la travesía a la pingüinera, realicé realicé otros tres descensos hasta el mar, uno hacia el norte, otro hacia el este y el tercero hacia el oeste de la isla. Cada uno de ellos fue distinto y me brindó una experiencia y un espectáculo visual diferente, debido a las características del suelo recorrido, a la presencia de fallas geográficas, chorrillos congelados, restos fósiles diseminados por doquier, distintas piedras en cuanto a conformación y colores y alguna que otra presencia de gaviotas que chillaban desconcertadas ante la presencia de seres humanos. Pero, por sobretodo, lo más impactante resultaban las distintas postales que nos ofrecía el mar de Wedell, con sus gigantescos témpanos, sus innumerables "cascotes" de hielo navegando a la deriva, el mar completamente congelado entre mayo y setiembre que permitía caminar por sobre su superficie o ver esos hilos de agua intensamente azul que serpenteaban entre grandes islas de hielo. 



Restos fosilizados de fauna marina de varios millones de años


Una de las curiosas formaciones que se pueden encontrar en la geografía de la Isla Marambio

Vista de las instalaciones de la Base sobre la meseta de la isla tomadas desde la submeseta 

Cañadón por donde se acumula hielo y nieve que luego escurre hacia el mar durante el verano

Trozos de hielo que quedaron atrapados por el mar congelado
En cuanto a los sobrevuelos y anevizajes realizados con el Twin Otter, los mismos se efectuaron en cumplimiento de los vuelos programados por las tripulaciones para su adiestramiento o para satisfacer requerimientos de traslados de personal, carga y correo hacia otras Bases. En dichos vuelos, cuando las circunstancias lo permitían, se llevaba como pasajeros a integrantes de la Dotación con el fin que tengan la oportunidad de ver desde las alturas la belleza del paisaje antártico; esta me permitió observar el entorno completo de la Isla Marambio que tiene sus costas bañadas por el mar de Wedell, que durante la mayor parte de la Campaña se encontró casi totalmente congelado; solamente estuvo en estado líquido entre los meses de febrero hasta los primeros días de mayo de 2013.

Uno de los vuelos lo realizamos sobre la Península Antártica en camino hacia la Base Carlini que se encuentra al oeste de la misma, en donde anevizamos en el glaciar Fourcade que se encuentra muy cercano a la Base, para la entrega de carga y correo destinado a su personal. Al regreso, sobrevolarmos sobre varias de las Bases Antárticas de otros países que se encuentran cercanas a Carlini en la misma isla 25 de Mayo (también conocida como Rey Jorge), como lo son las Bases antárticas de Chile (Frei), Rusia (Bellingshausen), Polonia (Arctowski), Korea (King Sejong), Brasil (Ferraz). Perú (Machu Picchu) y la Base transitoria Primavera de nuestro país. Asimismo, tuve la oportunidad de observar en esa zona la presencia de una colonia de numerosos ejemplares de ballenas que se desplazaban dentro de una bahía.

En otro de los vuelos sobrevolamos la colonia de pingüinos emperadores que se encuentra al sur de la isla Cerro Nevado, realizando práctica de anevizaje en el glaciar de esta isla y avistaje de refugios antártico instalados en distintos lugares del Sector Antártico Argentino. construidos con el objeto de ser utilizados por expedicionarios antárticos en caso de necesidad. Asimismo, tuve la oportunidad de sobrevolar la Base transitoria Petrel y la Base Esperanza, lugar en donde realicé la visita de sus instalaciones y de su personal; experiencia que la compartiré en otra publicación debido a que merece un detalle especial.


Sobrevolando la península antártica

Vista de la Base transitoria Primavera

Autor de la nota junto a la tripulación y personal de la Base Carlini en el glaciar próximo a la Base. 

Vista de la Base Carlini

Vista de la Isla Corkburm rodeada de mar congelado


Durante la estadía de los Bell 212 pude visitar la isla Vega en oportunidad de la conformación de uno de los campamentos científicos, el refugio construido por el pionero antártico y geólogo sueco Otto Nordenskjörd en el año 1902 en la isla Cerro Nevado y la Base Esperanza.

El autor de la nota en el refugio de Otto Nordenskjörd de la isla Cerro Nevado

Autor: Com (R) Horacio Carlos Alassia


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