martes, 3 de noviembre de 2015

El comienzo de vivir un sueño

El día 30 de Octubre del 2012 amaneció con muy buena meteorología, tanto en la ciudad de Río Gallegos como en la la Base Antártica Marambio, por lo que estaban dadas las condiciones para que el Hércules C 130 matrícula militar TC 70 nos trasladara para que comenzáramos a cumplir con nuestra "Misión Antártica".


Según lo coordinado la noche anterior, tuvimos diana lo suficientemente temprano como para calzarnos la indumentaria antártica (denominada Uniforme de Cruce) que se destaca por la ya conocida campera de color naranja intenso, terminar de preparar el equipaje individual, desayunar y estar listos para ser trasladados desde los distintos alojamientos en los que estábamos los integrantes de la Dotación y la Comitiva Oficial hasta el imponente C 130.



Cuando llegamos a la plataforma de estacionamiento de aeronaves, reinaba un clima de ansiedad,  de bullicio y alegría que se notaba en las expresiones y los rostros de los que estábamos a punto de iniciar el segundo y último tramo del vuelo que nos depositara finalmente en la Base Marambio. Allí nos aguardaba la "Chancha" con su tripulación ampliada (en estos vuelos la tripulación se refuerza con más integrantes debido al esfuerzo y el riesgo que implica esta operación aérea) al mando del Vicecomodoro Marcelo García de vasta experiencia en vuelos antárticos.


Hércules C 130 TC 70 en la plataforma de aeronaves de la Base Aérea Militar de Río Gallegos previo a la salida hacia Marambio
Integrantes de la Dotación 44 y Autoridades previo al embarque en el C 130

Autoridades e invitados junto al Jefe de Base entrante previo al embarque

A las 10:10 horas y con  euforia generalizada en los integrantes de la Dotación 44, despegó el Hércules rumbo a la Base Antártica Marambio, lugar al que solamente conocía por lo leído, estudiado y oído de los "viejos" antárticos. Sería mi primer contacto físico con ese pedazo de planeta tan difícil de acceder e imposible para la vida del ser humano sin apoyo o soporte de elementos tecnológicos que se lo permitieran. Estaba a poco más de 3 horas de comenzar a vivir un viejo anhelo, un verdadero sueño, un desafío profesional y personal, con toda la expectativa y el corazón dispuesto para dar lo mejor de mí, para volcar toda mi experiencia acumulada en 34 años de servicio en cumplimiento de la misión.

A las 3 horas y 5 minutos de vuelo, siendo las 13:15 horas, la “chancha” se posó pesadamente sobre el permafrost de la pequeña pista de 1200 metros de largo por 30 metros de ancho, colocando el reversor de sus hélices inmediatamente a fin de frenar su marcha con el menor uso de los frenos posible, en medio de fuertes vibraciones, con el estallido automático del aplauso y expresiones de júbilo de los pasajeros, disminuyó su marcha, dio un giro de 180º sobre la cabecera sur (06) y lentamente carreteó hacia el lugar de detención.

Antes de descender, nos advirtieron que nos abrigáramos muy bien porque la temperatura era baja y se sentía mucho el frío por el efecto del viento. Con el corazón latiendo aceleradamente ante la inminencia de entrar en contacto con suelo antártico, comenzamos a bajar. Al pié del avión nos estaba esperando en una fila que predominaba el color naranja, el Jefe Saliente de la Base, el Comodoro Enrique Videla acompañado por el Comodoro Roberto Aguirre de la Dirección de Asuntos Antárticos y algunos de los integrantes de la Dotación 43. Ni bien puse el pié fuera del avión, me azotó un frío e intenso viento en el rostro que parecía agujas que se incrustaban en los pómulos, se me congelaban las manos debido a que para el saludo es de estilo hacerlo sin el uso de guantes. Luego, nos trasladamos a través de las pasarelas, a las dependencias del alojamiento principal de la Base distante a unos 350 metros de donde se detuvo la aeronave. En ese trayecto, doy gracias a que mi hijo Ignacio, que estaba siempre detrás de mí, porque en mi afán por protegerme del frío, colocarme la capucha de la campera, ponerme los guantes y sostener mi mochila se me iban cayendo sistemáticamente guantes y gorro de abrigo que Ignacio iba recogiendo. Luego, supe que la temperatura en el momento del arribo era de 19 grados bajo cero, con lo que era la primera vez que experimentaba la sensación de tan baja temperatura ambiente.




Realizamos la espera del inicio de la ceremonia junto con las Autoridades en la oficina del Jefe de Base, donde coordinamos algunos aspectos inherentes al acto en sí y nos dirigimos al hangar, lugar donde se realizó la ceremonia, que fue muy sencilla, en donde el Comodoro Enrique Videla (Jefe de la Dotación saliente) nos dirigió unas palabras de despedida, luego le fue entregada la banderola que lo acompañó durante su año de gestión y, por último, el Comandante de Alistamiento y Adiestramiento me puso en funciones como nuevo Jefe de Base Antártica Marambio. Terminada la ceremonia nos dirigimos al salón comedor en donde nos esperaba un variado ágape elaborado en su totalidad por los cocineros de la Dotación 43, que degustamos y compartimos con mucho entusiasmo, luego del cual el Comandante ofreció el brindis dando por finalizada la parte protocolar.

Desde ese momento era oficialmente el nuevo Jefe de Base, por el que todos los presentes me expresaron sus mejores deseos en la futura gestión e inmediatamente de finalizado el ágape, tuve que cumplir con mi primera obligación protocolar, que fue la de despedir al Comandante y acompañarlo a abordar nuevamente el C 130 junto con las Autoridades y los invitados especiales que regresaban a la ciudad de Río Gallegos. El único invitado especial que permaneció en la Base fue mi hijo Ignacio hasta la venida del próximo C 130 que traería al resto de los integrantes de la Dotación 44 que tuvieron que quedarse por falta de espacio en el Fokker F 28.

Quiero finalizar esta publicación expresando públicamente mi agradecimiento a mi amigo, compañero de promoción de la Escuela de Aviación Militar y padrino de mi hija, Comodoro Eduardo Daniel Mateo, por haber aceptado la invitación de acompañarme en ese momento tan importante de mi vida y mi carrera profesional.


AUTOR: Comodoro (R) Horacio Carlos Alassia


En la cabina del Hércules C 130, de izq. a der. quien escribe, el Com. Eduardo Mateo y mi hijo el Alf. Ignacio Alassia 

Momento en que el Hércules C 130 TC 70 toca suelo de la pista de Marambio el 30/OCT/2012

Descenso del Hércules y recibidos por el Jefe de Base saliente e integrantes de la Dotación 43



Ceremonia de Aniversario de la Base y Puesta en Funciones del nuevo Jefe de Base
Vista de la formación durante la Ceremonia realizada en el Hangar de la Base

Momento en que le hago entrega de la Banderola al Com. Enrique Videla (Jefe de Base saliente)

Vista del salón comedor en donde se llevó a cabo el ágape luego de la Ceremonia






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